A medida que avanza la investigación y la comprensión de lo qué es y supone la hipertensión pulmonar, se va conociendo nuevas dimensiones de esta patología.
La inflamación siempre ha sido un observador, que ha estado ahí y ha determinado la naturaleza de la enfermedad. Con el paso del tiempo se ha ido valorando si esa inflación crónica y persistente es un mero espectador o un personaje principal en la progresión de la enfermedad.
La inflamación existe y se extiende desde las tres capas de la arteria pulmonar, la más ínterna, túnica íntima, túnica media, y túnica adventicia y como no, tejido perivascular. Por lo tanto estamos ante una enfermedad compleja, una enfermedad estructural del pulmón. Una situación que hay que abordar desde diversos ángulos y de forma ambiciosa. Esto es, la inflamación hay que abordarla pero hay que saber cómo hacerlo.
Ante esta situación, y aunque lleguen nuevas terapias en un futuro,
el paciente puede dar un paso al frente e intervenir. Por ejemplo, podemos realizar fisioterapia respiratoria, ejercicio leve o moderado y supervisado; también podemos cuidar lo que comemos, controlando calorías, probando una dieta antiinflamatoria, también supervisada. Estrés fundamental controlarlo, gestión del tabaquismo y otras adicciones; podemos intentar mejorar el sueño... participar en ensayos clínicos..etc. Las opciones son múltiples y nacen del emponderamiento de la persona.
Esa inflamación con el paso del tiempo está presente en todas las formas y tipos de hipertensión pulmonar. Por ejemplo es un resultado de desordenes inmunológicos en pacientes con enfermedades autoinmunes, como el lupus o la esclerodermia. También está presente en las formas idiopáticas, tromboembólicas crónicas etc. En mayor o menor medida la inflación está ahí y marca el curso de la patología.
A nivel histológico, numerosos estudios han comprobado que el tejido perivascular, el que rodea a la arteria, está constituido por infiltrados de macrófagos, monocitos, linfocitos B y T, mastocitos, células dendríticas, células NK o natural killer. También a nivel de la sangre se observan numerosas señales de inflamación, que dan lugar a que haya más infamación en el cuerpo y se puedan dar lugar a procesos inflamatorios.
Esta inflamación observada va desde la capa más interna, que da lugar a una disfunción endotelial al principio a las sucesivas capas y tejidos adyacentes, produciéndose una mátrix o conglomerado de células resultado de intentar reparar esa inflamación, así como de la propia inflamación a lo largo del tiempo.
Por tanto nos quedamos con la idea de que el paciente observando su estilo de vida y realizando los cambios que crea oportunos, si quiere, puede ayudar a regular esa inflamación.